Jardines [Lilith]

En los jardines del palacio, miraba mi reloj, ya no llegaba la hora de poder verla, arriba en su balcón, ¿estaré e el lugar correcto?

Me encontraba entre los arbustos, detrás de mi había un especie de bosque demasiado amplio, de seguro era una hectárea, un muy bonito lugar.

Vestía de un azul marino, junto con un abrigo que me cubría de los hombros hasta las rodillas. Mi cabello como de costumbre, corto y peinado hacia atrás. Mis manos estaban cubiertas por los guantes negros y en mi cadera, poseía mi arma.

Ya eran las 7 de la tarde, ¿habrá terminado de cenar? ¿O ira a cenar? No lo sé…
M apoye en uno de los arboles, pero debía tener cuidado, no quería que alguien me viera, en especial una mujer, y esta saldría corriendo de miedo, anunciando a un intruso en los jardines reales.

Lilith apartó con ambas manos su largo y rizado cabello de su cara, deslizó sus dedos por su rostro con parsimonia haciendo una graciosa mueca parecida a la del cuadro "El Grito" de Munch. Para ser un Asari era una jovencita bastante distraída, o quizás su problema era precisamente su capacidad de pensar inverosímilmente más rápido que la velocidad de la luz, por lo que solía cambiar de actividad de un instante a otro sin volver a prestarle atención a la anterior, ya que seguramente le había dejado de parecer interesante. ¡Qué caprichosa podía ser! incluso para olvidar una reunión importante...

Bajó las escaleras del palacio con premura, mordiéndose el labio inferior con talante preocupado, no estaba tan nerviosa desde la primera vez que había ido al ginecólogo, y de hecho en aquella ocasión se había escapado, más no había nada que pudiese hacer para enmendar su falta, aunque fuese a disculparse seguiría siendo tildada de irresponsable, ya se inventaría alguna buena excusa.

Salió del palacio y adentrándose en los jardines redujo considerablemente la velocidad de su caminar, entrecerró los ojos con donaire relajado y comenzó a girar graciosamente, dejándose llevar por sus pequeños pies hacia algún destino indescifrable, pero su juego se vio interrumpido cuando vislumbró una entidad azul y no identificada. Empuñó sus manos y las hizo reposar en su femenina cintura, una ceja delicada se levantó y mirando de soslayo al intruso ya que estaba algo mareada espetó:—¿Y usted señor Lindemann que hace aquí?—

“oh fuck” – señorita Lilith! – dije sorprendido, de tanto nerviosismo no me habia percatado de su presencia… - como… - dije aun sin poder creerlo.
Rendido, suspire, mire a otro lugar para ver si alguien la seguía – la invito a colocarse junto a mi – “muévete para que no te vean” - uno de los mayores me pidió que protegiera el perímetro de lugar… ya sabe… los Ueneris… ladrones… - de seguro me creería, ¿para que otra cosa estaría allí?

- Me sorprende que los guardias la dejaran salir a estas horas… el sol está a punto de ocultarse. – Mire nuevamente a Lilith – a propósito, no pregunte su estado… ¿Cómo se siente? , con permiso… - me apoye nuevamente en el árbol y ahora, me senté en el pasto.
- Nunca hemos tenido el placer de tener una charla. – le sonreí de lado.

La chica era hermosa sin lugar a dudas, su cabello espectacularmente llamativo, hermoso, muy delicado, sus ojos eran preciosos, muy claros como me gustaban, y su rostro, nivel y perfecto.

Las mejillas de Lilith se tornaron de un color rosado y le miró con falsa desconfianza—¿Y por qué tan nervioso? Que yo sepa no tengo cara de cocodrilo, la última vez que me vi en un espejo era bonita—Comentó haciendo un puchero. Se quedó un par de segundos en silencio meditando su comentario y se sintió atormentada por su racismo—N-No digo que los cocodrilos sean feos, no-no, hay unos bien tiernos y todo,pero yo definitivamente parezco mas un conejo que un cocodrilo—Agregó y se sentó junto a Lindemann.

—Tienes buen gusto para la ropa ¿sabes?—Señaló al momento en que se alzaba en su rostro una sonrisa satisfecha—Ese azul es un color hermoso—Y tan veloz como sus pensamientos cambió de expresión nuevamente, al escuchar su comentario se empastó una expresión ceñuda en su rostro—¡Hey!, yo ya soy una niña grande, tampoco iba a ir tan lejos, cuando venía a medio camino me di cuenta que no servía que corriera, ya llevaba siete horas de retraso... —Dijo la chica con ligereza.

Me sorprendió la manera de hablarme de la chica, no era tan cordial y pausado como las demás mujeres de la realeza… me agradaba.
A todo lo que hablo anteriormente hizo que sacara la sonrisa que difícilmente pueden ver en un entrenamiento en la UFE.
- …pero que descuidada es usted – mientras que yo, seguiría con mi cordialidad, sabiendo que pertenece a un nivel jerárquico más alto, debía tener respeto.
Levante mi mano y la ayude para que se sentara junto a mí.
- ¿está segura de que no la estarán buscando? – si la encuentran junto a mí, estaré frito, bueno… depende de quien sea, si es un guardia común y corriente, podre comérmelo y pedirle que se retirara.
De mi bolsillo saque mi reloj, este me indicaba las 7:30 pm, era de estos sumamente completos, lo decía todo a través de una visión holográfica.

Gire mi rostro y mire a Lilith… - … aun no me responde sobre su estado de ánimo…

Lilith le miró de reojo con expresión pensativa más sonreía con diversión—Pues si no me han encontrado en siete horas, supongo que no... son muy lerdos, nunca adivinan en donde estoy... creo que no se han dado el tiempo de conocerme—Comentó Lilith haciendo un puchero —Pero seguramente me andan buscando, Claudia se va a enojar conmigo—Agregó, pausando para tomar una gran bocanada de aire

—¡Cierto! no te he respondido, que descortés, ¡perdóname!—Exclamó riendo suavemente—Pues yo estoy bien, sólo estoy aburrida, a los adultos les gusta hablar siempre de asuntos tediosos, por eso me caes bien, no me pides que este hierática como los demás—Señaló sonriéndole ampliamente.

Sacó de su bolsillo un par de chocolate con forma de robot —¿Y cómo estas tu? ¿Quieres un poco del señor choco-robot? Es delicioso, aunque son un vicio, tienes que ser fuerte—Mencionó abriéndo uno de los pequeños paquetes. Aunque seguía algo preocupada por su falta, sabía que podría inventar una buena excusa, de todas formas no era un asunto de vida o muerte.