De noche en la biblioteca [Uriel W.]

Lilith había concluido, luego de analizar una larga lista de pros y contras que en sus ratos de ocio había confeccionado, que ser imperialista era beneficioso, sobre todo si ocupabas un cargo importante, y que a pesar de tener como obligación presenciar reuniones por sobre todo somníferas, la ocupación era bien remunerada . Uno de los beneficios favoritos de la muchacha era poder colarse en la biblioteca -con autorización- cuando ya estaba cerrada y así, sola en la oscuridad se la devoraba. ¡Pues era obvio! habrían muchas batallas, guerras, todos se matarían, no quedaría nada y por ese angustioso motivo Lilith no podía perder el tiempo, debía aprender y experimentar lo suficiente como para poder exclamar "oh, ahora si puedo morir en paz". El único obstáculo que se interponía en sus planes, era su insaciable curiosidad... tendría que vivir dos mil años para poder pronunciar dichas palabras.

La jovencita destrenzó su hermoso cabello pelirrojo dejándolo caer desordenadamente sobre sus hombros, se desabotonó la camisa, acomodó su ajustada falda que se le subía por los muslos, se descalzó y suspiró con alivio. Como estaba completamente sola, no le preocupaba lucir inapropiadamente. Siguió hojeando la antigua y milenaria enciclopedia ilustrada del kamasutra, no comprendía como podía haber un texto así en la Universidad, pero miraba con asombro e intento interés cada ilustración... ¡Dios santo! los indios tenían un estado físico excelente, ella con suerte podía tocar la punta de su nariz con el pie, pero todos sus pensamientos fueron interrumpidos por un sonido intempestivo atrás de ella, todo su cuerpo se tensó, con su mirada fija en la enciclopedia...

—Ay no... no me agradan los ratones... —Musitó temblando de miedo.—Señor ratón debería irse de aquí, no tengo nada de queso—.

Uriel en su afán de buscar algo divertido para evitar el tedio del "trabajo", halló en la biblioteca una fuente inagotable de opciones: los libros, aunque no estaba demasiado habituado a leer -más por el esfuerzo que resulta ser leer letras diminutas y lo fácilmente solomniento que es- necesitaba una alternativa urgente para soportar el calvario. Días antes, de todas formas, se había seducido a la encargada de la biblioteca, así que tenía cierta vía libre para entrar en ella a horas restringidas, y ahí estaba sumido en la oscuridad intentando buscar un titulo que le llamara la antención, hasta que oyó ciertos murmullos de movimiento y el rumor de las páginas de un libro.

En uno de los sectores de lecturas que tenía justo al lado suyo pudo observar una silueta alumbrada por la tenue llama de las velas, se acercó y mientras acortaba distancia podía detallarla por completo; por ende la silueta se le antojaba sugerente y atractiva, hasta que dio con la conclusión de que era una chica de una figura hipnotizante, aún para él. Vestía una falda algo corta que daba a revelar sus inmaculadas piernas que a la luz de las velas le daban un toque aún más erótico de lo que ya naturalmente eran. Estaba apoyada en la mesa, leyendo un libro con sumo interés, su espalda inclinada tenía una curva sinuosa al final de ella y sus gluteos era redondos y firmes, la falda tan ajustada podía dar referencia exacta de las curvas de sus gluteos, pero fue hasta observar con detalle su cabello cuando se dio cuenta quien era, una sonrisa maliciosa salió de sus labios y ahí fue cuando dejó que sintiera su presencia a propósito, realizando un gruñido bajo, casi un murmullo.

Con una voz algo temerosa ella habló sobre un ratón, Uriel sonrió aún más, pero fue la guinda del pastel observar con detalle lo que la chica en cuestión estaba leyendo.

─Para comprender mejor lo que lees, es ideal empezar con la práctica, chiquilla. No tengo ningun problema en hacerte ese favor... al final, no dudarás en agradecermelo ─, incluso siendo un ángel, sus frases contenían un mensaje tan lujurioso y explicito que ni los mismisímos demonios podían emular...

La pelirroja sujetaba "La antigua y milenaria enciclopedia ilustrada del kamasutra" con una fuerza inusitada para ella, frunció el ceño con preocupación, su cuerpo temblaba levemente y se mordía el labio inferior intentando no tiritar... había escuchado un gruñido, un grave, varonil y aterciopelado gruñido de ratón, por lo que sólo podía pensar que se trataba de un ratón gigante, hambriento y por sobre todo, mutante.

¿Y si era un ratón mutante y violador? quizás si la veía con semejante libro pensaría que es una pervertida y en un juicio contra él, el maldito ratón podría argumentar que fue consentido y que leía el Kamasutra para entregarle su virginidad... en estos tiempos casi todo estaba permitido, no ganaría eso era seguro, por eso Lilith odiaba a los ratones...

Uriel escribió:─Para comprender mejor lo que lees, es ideal empezar con la práctica, chiquilla. No tengo ningún problema en hacerte ese favor... al final, no dudarás en agradecérmelo ─, incluso siendo un ángel, sus frases contenían un mensaje tan lujurioso y explicito que ni los mismísimos demonios podían emular...

Apartó la enciclopedia depositándola en el escritorio con presteza, haciendo que le abrigara un efímero y hondo sonido tras el pequeño impacto. Esa voz le era más que familiar, se volteó hacia él con las mejillas sonrojadas dedicándole una mirada esquiva y desdeñosa. Se abotonó la camisa sin apuro... ¡No era un ratón!, pero quizás era peor que eso, en un juicio por abuso sexual ¿cómo podría ganarle a un ángel?, si ellos al final son los que juzgan, y sobre todo porque en esta ocasión si era probable que fuese consentido... Lilith no sabía si sentir alivio o desilusión.

—Agradezco tu interés por instruirme en el tema pero no necesito de tus favores—Mencionó intentando hacer que su falda le cubriese más las piernas—No desde que me enteré del motivo de tu ruptura con Clotild... —Agregó recogiendo su cabello—Prefiero aprender de los libros, y de todas formas no te llamaría a ti si se me antojase reemplazar lo teórico por lo práctico—Espetó sacándole la lengua.

Observó con atención cada uno de los movimientos de la joven pelirroja. Cómo, con apuro, intentaba cubrirse las partes más descubiertas de su cuerpo de manera aparatosa; y las miradas de desdén que le lanzaba a cada tanto mientras hablaba; por si fuera poco, también le prestaba especial atención al sutil tono de desprecio que empleaba cada vez que pronunciaba palabra alguna.

A Uriel cuando lo sabían motivar se fijaba en su objetivo con ahínco; y esa actitud arisca tan atractiva en una presa tan frágil le ponía los dientes largos, por así decirlo.

─No hace falta que intentes taparte, no te apures. De todas formas ya se me ha grabado tu silueta en mi mente ─sagaz, dio en una de los puntos clave del asunto, intentar desnudar cada una de sus debilidades, quitándole todas las defensas posibles para que no hubiera respuesta que esté en contra de su voluntad, como solían decir en su entorno “hágase su voluntad, señor” falacia aparte.

Quizás fue por la luz de las velas, la penumbra y que la actitud arisca de la chica ameritaba una respuesta clara, pero fue impulsado en un arrebato –aunque Uriel de arrebatos tenía los justos- a arrinconar a Lilith en el borde de la mesa, profiriéndole susurros sensuales en su oído mientras rozaba el cuello de la chica como el preludio de quien se prepara a devorar el manjar más deseado de su vida.
─Es simple, no puedes decir que no si no lo has probado… estoy seguro de que te sorprenderá el resultado.

“Hágase su voluntad, señor”

Sí, parecía que la frase describía con perfección la actual situación en la que la pobre Lilith estaba atrapada….

"Oh, sí" pensó la muchacha al verse acorralada, "por eso me cae mal, es tan invasivo como los ratones". Entrecerró los ojos instintivamente cuando sintió su cálido aliento rozar su delicado cuello, sentía su cara ardiendo de lo sonrojada que estaban sus mejillas, placenteros escalofríos alzarse por su espalda, su boca secarse, mordió suavemente su labio inferior para mojarlo. ¿Cómo pudo ignorar por tanto tiempo que era tan sensible en esa zona? desde ahora llevaría un cuello ortopédico y orejeras de por vida.

Posó sus manos en el pecho de Uriel, duro y masculino, ¡otro error! frunció el ceño más no se percató de dicho gesto. Con la poca fuerza que le quedaba intentó alejarle... ¡estaba tan avergonzada! sintiéndose tentada por un ángel ratón mutante.... no era digna de ser Asari, bueno... el se la montaba con muchas de todas formas...

─Usted... ─Musitó con un hilo de voz─Notienepermitidotenertantasconfianzasconmigo─Exclamó en un solo impulso, sin respirar─Así que alejese o nunca se lo perdonaré─Agregó.─Y por cierto.... nunca he probado drogas y se que no debo hacerlo... ─Pausó evitando mirarle a la cara─, podría dar mas ejemplos pero con ese destruyo ese argumento... ─.

Las suaves palabras de la chica se perdían en la tensión sexual del ambiente; luego pronunció de nuevo otras palabras inentendibles tanto por la rapidez empleada en pronunciarlas cuanto la torpeza de ellas. Aún así, cuando la pequeña Lilith pudo tranquilizarse como pudo, el tono de desprecio sutil volvió en la acentuación de su hablar como si fuera un rasgo inherente que dedicaba sólo a él. Le divertía.

─Gran símil ese de compararme con drogas, más que nada por la adicción que provocan. ─Pronunció arrogante en cada una de sus palabras─, aunque tu lugar no es ese, en absoluto, si no ceder ante los designios de aquel a quién deseas ─quizás pecaba de soberbia, pero su cuerpo hervía con ganas; y le divertía emanar su poder en ella de manera turbia y pecaminosa. La acorralaba como depredador y estaba muy cerca de ella, le encantaba su sonrojado rostro y la vergüenza disimulada; estaba muy cerca de sus labios, lo suficiente como para que la imaginación volara y diera muchas alternativas y se sintiera como el preludio de un beso, pero se quedó quieto observándola detenidamente con una sonrisa arrogante en el rostro.

─Podrías destruir cualquier argumento, pero el hecho de que cada parte de tu cuerpo se paraliza ante mí es irrefutable ─Deliciosa sensación de sentirse vencedor incluso cuando intentaban apuñalar sus argumentos de buena manera, de todas formas esa capacidad innata de Lilith de buscar luchar hasta el final le fascinaba─. Incluso hasta tu lengua te traiciona… siendo alguien que usualmente no se equivoca... ─y así estaban la presa arrinconada capaz de dar el zarpazo mortal y devorar la sangre directa a la yugular… pero no, hizo un amago y se volteó esperando con delirantes ansias poder escuchar la respiración agitada de ella, sólo para regocijarse en su objetivo.

Lilith estaba tan molesta, tan ofuscada que olvidó por completo cada mínima sensación placentera. Apretó sus puños enfurecidamente e hizo rechinar sus dientes de la pura rabia. Inspiró lentamente, intentando controlar su ira.─¿Te sientes genial por compararte con una droga? pensé que tenías más amor propio─Mencionó mirando fijamente su espalda, imaginando que Uriel se quemaba y se volvía un pequeño pedazo de pollo asado─Si realmente fuese beneficioso tener sexo contigo entonces ¿por qué me estaría negando?─Agregó con altivez.─Quizás muchas mujeres están adictas a tu celestial anaconda, y aunque me des "cosa" porque tienes más experiencia que un puto sabes donde tocar y eso, no me pareces atractivo, porque te encuentro tonto.─Pausó─Y no podría follar con un tonto, ¡Es que no se cómo Diosito te tiene de arcángel! si eres un necio... ─Exclamó, haciendo un pequeño silencio, como si meditase─O quizás sólo eres necio conmigo... ─Sonrió altaneramente─Oh dime "angelito", ¿no te estarás comportando como un crío intentando llamar mi atención?... quizás por eso me molestas tanto, te gusto─Sentenció con un dejo de burla en su voz. Pero sin pensar demasiado en lo que decía. Sacudió su falda como si estuviese limpiándola, y colocó sus manos en su cintura, quebrando el peso de su cuerpo hacia la derecha, como las antiguas estatuas griegas.

“¡Ajá!” exclamó en su mente cuando de pronto Lilith estalló en un remolino de furia contenida, la miró de reojo y observar sus mirada llena de odio le provocaba una singular satisfacción; no eran gemidos, no, pero sentir el odio hirviendo en todo su cuerpo le gustaba ¡para qué mentir! Le encantaba provocarla y cuando terminó de pronunciar su réplica, sonrió con un deje filoso.

─¿Y qué si me gustas? ─Inquirió, volteándose para encararla bien. Dio un pequeño paseo yendo de un lado a otro mientras juntaba todas las yemas de sus dedos como quien planea algo maligno, sentía los atentos ojos de Lilith siguiendo cada uno de sus pasos ─¿cambiaría alguna cosa? ¿Lo aprovecharías en tu beneficio? ¿Controlarías mis sentimientos para tenerme postrado a tus pies? ─se acercó, respondiéndole de la misma manera altiva y sonriendo arrogantemente, estaba demasiado cerca de ella tanto que la respiración profunda de Lilith le acariciaba el pecho y él la miraba erguido en toda su altura.

Pausó por un segundo, haciendo que la tensión del momento incrementara imperturbables en un juego de miradas con las ganas de abalanzarse hasta hacer caer al otro a flor de piel, tomó la iniciativa y con un tono malicioso le susurró en su oído─ O la pregunta es ¿podrías sacarle provecho a mi interés?... ¿será que podrás disfrutarlo? ─Hizo una pausa, aún tan cerca de ella que era la más delirante tentación─. De todas formas nada es seguro, ni el hecho de que me gustes y tampoco el hecho de que puedas aguantarte por mucho tiempo.

Quizás Uriel personificaría el cuento de Ícaro y el ardiente sol incluso teniendo conciencia de ello…

¿Qué no podría aguantar? Lilith rió sin mesura, su voz femenina y aguda hacía eco en las paredes de la biblioteca. Sintió el calor del cuarpo de Uriel demasiado cerca, apoyó ambas manos en el escritorio detrás de ella y se sentó sobre la mesa lentamente, rozando sutilmente su cuerpo con el de Uriel, alzando un poco el pecho, arqueando su espalda, frotando lentamente sus nalgas sobre la madera. Cruzó las piernas, haciendo que su falda se deslizara suavemente por sus muslos, descubriendo más piel.

Le miró con soberbia, sonriéndole mordaz—Ya lo aceptaste, no te retractes, eso es ser cobarde... Te gusto—Afirmó traviesamente— Pero tu no me gustas a mi, de hecho me caes mal—Agregó sacándole la lengua.

Destrenzó sus piernas para luego volverlas a cruzar—Y eres realmente lerdo, lo único que he de aguantarme son las ganas de desplumarte lenta y dolorosamente y luego venderte a una carnicería—.

Y entonces explotó todo el delirio arrogante de la muchacha y allí fue que se encendió la señal de Uriel, supo que lo estaba retando y que cada centímetro de la piel de la muchacha disfrutaría si se supiera ganadora a todas las luces; y él lo sabía al ver el tono altivo y soberbio que se superpuso a la vergüenza y la rojez de su tez.

─Entonces no hay salida ─le dijo, y con una zancada repentina estuvo a su altura y le sujetó ambos muslos que se cruzaban con delicadeza─, si has de “desplumarme” hazlo ahora y con toda la saña que guardes, no te reprimas y suelta la ira y el odio que me profesas ─hundió un poco sus dedos en los muslos de ella, lo suficiente para que se marcara su mano en su delicada piel, para luego abrirlos de par en par y encararla de una manera que no hubiera respuesta inmediata, que la tomara por sorpresa─; si ha de haber una carnicería, que empecemos ya y no paremos hasta mutilar nuestros cuerpos ─y la besó, de manera irrefrenable y salvaje, desatando un voraz instinto animal y que pareciera que luchaban en un beso apasionado, tratando de ahogar al otro quitándole el aire o abrasándolo en deseo. Mientras que su mano, con destreza, subió por la falda de ella y la otra posó en la espalda de Lilith para apegarlo a él y que la escapatoria fuera nula…